sábado, agosto 05, 2006

Pollo con papas

Comía mi pollo con papas un día de semana a la hora del almuerzo, cuando a un par de mesas del lugar donde estaba una mujer, acompañada de un hombre y dos niños pequeños hacían lo mismo pero sobre una "cajita feliz".

Los miraba con especial detención porque rompían la imagen tradicional del food court atestado de oficinistas almorzando apurados. Ellos, en cambio, disfrutaban de lo que era probablemente un paseo, tal vez con cine incluido.

Esa noche, mientras me devolvía a mi casa, observe´con especial atención como en el auto del lado derecho al mio un taxista trataba cariñosamente a un muchacho de su misma cara, muy probablemente su hijo, que estaba sentado en asiento del copiloto. La imagen me sorprendió porque el mal carácter de los taxistas es casi parte del paisaje urbano de cualquier ciudad que se precie de tal y su agresividad al conducir es algo que podemos dar fe todos los que manejamos. Pero ahí estaba, en una escena casi sacada del comercial de una AFP abrazando tiernamente a su hijo.

Ignoro si ellos recuerden hoy, e incluso si recordarán alguna vez en su vida de adulto, aquel día de Julio. Pero eso que llaman infancia encuentra sentido en episodios como esos, en los cuales una simple hamburguesa o un paseo en auto pasan a ser vivencias que se acumulan entre un sinnúmero de cosas no siempre tan felices y que llamamos "recuerdos".

Tal vez la función de los niños sea precisamente esa. Recordarnos que la alegría nace de cosas pequeñas, muchas veces de escasa importancia o de poco valor material, pero significativas desde su aparente superficialidad. Y así, cuando en algunos años más esos niños vayan a almorzar corriendo al mismo food court, recuerden con nostalgia aquella tarde cuando comían una hamburguesa mientras un desconocido los miraba miesntras masticaba su pollo con papas.