martes, septiembre 19, 2006

Blondie-Blondie-Blondie

Como nunca he sido de los que va a las fondas, busqué desde la semana pasada alguna forma de pasar las fiestas patrias. Descartando una salida fuera de Santiago (una playa llena de santiaguinos no me parece buena idea) opté por sumarme al aniversario de Blondie. La verdad es que desde hacía un par de semanas que me estaba reencontrando con ese hot point del carrete alternativo, y la idea de oir por tres noches la música que me gusta (esa que, como dicen la canción "no escuchan todos") y forzarme a oir la que no me gusta tanto me parecía agradable. Además que te regalaban la revista. Sensacional.

Vamos por parte.

La revista "Blondie", de pelos. Treinta y tantas páginas para una revista que fácilmente podría tener treinta y tantas más (hasta convertirse en un mamotreto inmanejable como las ediciones antiguas en inglés del "National Geographic") y que, sin embargo, no deja al lector con gusto a poco (Como el diario que regalan en el metro). Por el contrario, tanto el tamaño, la diagramación y los contenidos (¡Qué grato resulta comprobar que alguien más crea que The Vines ya agotó su ciclo!) hacen que la revista sea de verdad un aporte. Más aún, cuando existe la tentación de convertirla en un pasquín promocional de su alma mater.

Y aunque la editorial es francamente de antología, con una sensatez, elegancia, simpleza y sustancia que se echa de menos en tanta columna de opinión publicada en papel maché que se leen por estos días, tal vez Lasavia (si, el mismo) podría dar un paso al costado y darle la chance a otra persona sin tanta prensa. No por malo, sino porque la esencia misma de Blondie es el ser un lugar para quienes no se encuentran a gusto en otros lados, y eso se quiebra cuando quien escribe tiene más minutos en televisión que la misma presidenta.

Sobre las fiesta en sí, me llamó la atención que la primera noche (dance) no hubo mucha gente; la segunda el público parecía no aprobar la selección del VJ (que incluso repitió "Disco 2000" de Pulp, como si el repertorio de brit pop no alcanzara para llenar una noche de domingo) y que el lunes, con una pista ochentera a rabiar y otra totalmete dance buena parte de quienes estaban allí claramente no eran habituales del local (incluso pareciá por momento algo así como el after hour de una fonda).

Como sea, creo que este fin de semana largo fue distinto. Mientras caminaba al estacionamiento cerca de las cinco de la mañana, sobrio y sin más que una sensación de cansancio me di cuenta de una cosa. A mis 27 puedo ir solo a Blondie, simplemente porque me gusta, y devolverme manejando sin que me sienta mal por ello. Tal vez esté más viejo; tal vez, esté más maduro; o tal vez, sea el efecto Blondie. Así es mi planeta. Habrá que acostumbrarse.