domingo, mayo 01, 2016

Decisiones

Decidí que lo mejor era ocuparme. No tener tiempo ni energías para pensar en mi, en lo que había pasado, en lo que perdí, en lo que ya no será. En los sueños hechos pedazos, en los lugares comunes, en las personas que nos conocen.
Estoy cansado. Por lo mismo. Cité a todos mis clientes, contesto todos los llamados, mi agenda comienza a las ocho y media de la mañana y termina a las ocho y media de la noche. Me duele la cabeza en la mañana y al acostarme, me cuesta conciliar el sueño, suelo estar tan cansado que no puedo dormir. Pronto me dolerá la espalda, andaré de mal humor y es cuestión de tiempo para que llegue el día en el que el cansancio no me permita despegar la espalda de mi cama.
No tengo hambre. No sé bien si es el stress, el cansancio, la pena contenida o la autodestrucción que parece ser inevitable en estos estados. Tampoco me da frío ni siento calor. A ratos pierdo la noción del día.
A veces pienso en él cuando estoy en mi casa. Se me aparece un recuerdo, una foto, un aroma, una sensación. Entonces me pongo a limpiar, prendo la radio y dejo que la música sin sentido ocupe mi mente y los utensilios de limpieza ocupen mis manos. Nunca había estado más limpio este departamento.