jueves, mayo 24, 2007

¿Seré yo maestro?

Me desperté a las ocho y menos de una hora más tarde estaba frente a mi computador, con una segunda taza de café, esta vez sin leche pero con sacarina, intentando redactar una carta pidiéndole a alguien que me cae mal algo que no es para mi. Mientras lo hacía, buscaba “ese” mail con “ese” dato y cuando lo encontré supe que “ese” dato ya no servía de nada porque simplemente “ese” personaje estaba fuera del país. ¿Cuándo volvería a su oficina? Precisamente, me dijo su secretaria, “ese” tipo de información no estaba autorizada a darla. Mentalmente, la mandé a “ese” lugar.

El reloj marcaba las once cuando tomé razón de mi atraso. Agarré el teléfono y llamé para avisar que no iría al mediodía, que tal vez más tarde pero que de todas maneras mañana. Aunque acabo de avisar que solamente pasaré por ahí y no podré estar mucho tiempo con nadie.

A la una, sin almorzar y con algo de fatiga de mediodía, de esa que incluye sueño y una leve cefalea, llegaron ellos. Los atendí, conversamos un poco y se fueron. Nuevamente libre, pero hasta las tres. Clases otra vez.

Volví en metro a mi casa. Eran las seis de la tarde, hora “punta tarde”. Metro caluroso, lleno, mochilas, mujeres con guaguas, escolares con caras de pocos amigos... Escuché muchas veces la frase “cuidado cierre de puertas”, vi muchas chaquetas amarillas, el canal de televisión de continuidad del metro. Llegué a mi casa, otro café, más sacarina, y vuelta al PC para terminar mi trabajo de Internacional Privado, resumen técnico de un libro que alguien se tomó la molestia de escribir. Cero aporte el resumen, la última vez que me bajó el instinto de superación me pusieron un cuatro y cuando le pregunté al profesor me acusó de haberlo bajado de internet.

Ha sido un jueves más. Lento, triste, con cero margen de maniobra. Y aquí estoy, pensando que mi mañana será demasiado parecido a mi hoy y eso no me gusta... ¿Seré yo maestro?