domingo, febrero 10, 2008

El Transantiago: un año después.

No cabe duda del enorme fiasco que resultó ser el Transantiago. Y a un año de su implementación comienzan a aparecer algunas luces que permiten explicar lo que ocurrió: simplemente, fallaron todos. Los operadores de las micros que ni siquiera habían contratado a choferes en número suficiente para conducirlas; el AFT que diseñó mal, implementó a medias y nunca pudo hacer andar toda el sistema informático y finalmente el gobierno, que no tuvo (y aún no tiene) las obras públicas necesarias para que los buses circularan en corredores segregados o los pasajeros tuvieren paraderos dignos.

Sin embargo, también el Transantiago dejó en evidencia la pobre clase política que tenemos. A poco andar, en la coalición de gobierno los unos culpaban a los otros, esos culpaban a los de antes y los de antes, en vez de asumir al menos una cuota de su innegable responsabilidad se lavaban las manos con arrogancia y majadería.

La oposición, la misma que aspira a ser gobierno, estuvo muy lejos de ser un aporte. Mientras los santiaguinos hacían largas e inmerecidas esperas en improvisadas y precarias paradas, ellos formaban comisiones investigadoras, censuraban a ministros, abogaban por soluciones inverosímiles o simplemente reclamaban como todos los demás.

Si bien a partir de entonces el sistema ha experimentado mejorías importantes (endosables en buena parte a la tarea del ministro Cortázar) lo cierto es que tales avances no han logrado mitigar la sensación de mal servicio, aunque una parte de tal sensación sea endosable a una cobertura mediática hostigante, a ratos sensacionalista y muy poco matizada.
Con todo, a un año de su implementación el Transantiago está mejor. Pero aún falta para que deje de ser un problema.