jueves, mayo 01, 2008

El Prisionero

Sami al-Hajj es un camarógrafo de Al-Jazeera. Fue detenido en Paquistán en diciembre del 2001, por fuerzas de inteligencia, en momentos en los que viajaba con una visa de trabajo legítima al servicio de la cadena qatarí de noticias. En Enero del 2002 fue entregado a las fuerzas norteamericanas, en virtud de la estrecha colaboración entre el gobierno militar del Gral Musharraf y el país de las barras y las estrellas. Fue conducido por sus captores hasta la base militar de Guantánamo, enclavada en Cuba (otro santuario de los derechos humanos) donde, bajo el status de”enemigo capturado en combate” fue sometido al régimen común de quienes tienen tal calidad.







Hoy fue liberado y será conducido a su natal Sudán. Seis años más tarde de su captura, retorna aquejado de varias dolencias, endosables todas al prolongado encierro y especialmente, a las condiciones en las que éste tuvo lugar.

Uno de los grandes “issues" de la pre-campaña presidencial norteamericana ha sido cómo recuperar el respeto de la comunidad internacional. Si bien un alcohólico rehabilitado de sonrisa fácil dio el ancho para ganar la elección presidencial no una sino dos veces, esas virtudes no fueron suficientes para ejercer con algún grado de sensatez la dimensión internacional de ese mismo cargo. Y aunque el primer período de la administración pareciera no ser tan nefasto, el desalojo de la sección más moderada de la diplomacia norteamericana –con que se inició el segundo período de Bush- significó, sin más, la instalación del purismo más paranoico y radical en la Casa Blanca, visión que los medios bautizaron con el nombre de “los halcones” y que se personifica en la persona de Condolezza Rice.

En ese contexto, no debiera sorprender que interpretaran al terrorismo como el comodín del naipe, bajo cuyo alero era posible cometer cualquier atrocidad. Aunque claro, más temprano que tarde la opinión pública de su país pasó del escepticismo al estupor, en temas especialmente relevantes en una nación que en cada oportunidad proclama a la libertad como si fuera un estandarte de propia autoría.

Sin embargo, es en el plano internacional donde el impacto ha sido más fuerte. Así, a la ninguna credibilidad de la persona del presidente, al radicalismo de sus asesores pero, por sobre todo, a lo burdo de su manera de entender el mundo y la diplomacia, les debemos el estado actual de la geopolítica; con un planeta mucho más convulsionado que aquel en el que asumió, con una guerra sin fecha de término (que hundió a la economía de su propio país), asociado a dictadores a los que la comunidad internacional mira con desprecio y en medio del consenso, generalizado, que señala que cualquiera sea el ganador de las próximas elecciones lo hará mejor que el presidente saliente.
Hoy se produjo la ansiada liberación de Sami. Podemos respirar mas aliviados pero no hay motivos para celebrar; Guantánamo sigue existiendo, algunos creen que la libertad y el respeto de los derechos humanos son temas de ONGs y desfiles pero, más preocupante aún, es que en el 1600 de Pennsylvania Avenue sienten que lo que hicieron está bien.