martes, octubre 17, 2006

Un modelo para armar...

En la universidad donde estudiaba antes, los jueves siempre servían pollo. Recuerdo que en los años que estudié allá, siempre que los jueves iba al casino a almorzar el menú era el mismo: pollo. A veces con puré, otras con arroz pero siempre pollo.

Cito lo anterior porque la vida, dentro de lo impredecible que puede llegar a ser, en lo cotidiano nos provee de pequeñas certezas, a veces muy menores, pero en torno a las cuales contruimos nuestro diario vivir. Uno cuenta con el Metro, la secretaria, el automóvil, los diarios, etc. Pero basta que uno de esos punto que damos por sentados nos falle, para que al menos una parte de esa actitud de confianza y seguridad se nos desvanezca por completo. Rápidamente nos desesperamos si la secretaria no llegó, si el sitio web del banco no abre, si el auto no arranca o si nos despertamos y no enciende la luz.

Sin querer queriendo construimos nuestras rutinas en base a pequeñas certezas, que apilamos como piezas de una estructura y a partir de eso organizamos nuestras vidas. Pero claro, ese modelo se nos desarma con facilidad si solamente una de esas piezas nos falla.

Es que a veces construimos nuestras vidas como modelos para armas, con piezas que son las no pocas certezas que inundan nuestra cotidianeidad. Como modelos para armar, pero nunca para desarmar.